Ya desde su infancia comenzaba a mostrar un interés particular por la pintura. “Desde que tenía ocho años, me la pasaba dibujando en cualquier superficie que encontraba. A mi mamá no le agradaba que dibujara en las paredes de la casa”, nos comentó Britto por vía electrónica. “Pero luego descubrí cuán alegre me sentía al dibujar y pintar historietas, sabes, figuras que tenían un sentido profundo para mí”, añadió.

Su primera exhibición se dio durante su adolescencia para la Organización de Estados Americanos en Brasilia y a pesar de haber mostrado habilidades artísticas a tan temprana edad, Romero Britto no parecía estar muy convencido de que el arte debía ser su norte. “Estuve en el ejército e inclusive pensé en estudiar para convertirme en diplomático. Luego me fui a Europa por un año. Allí me mantuve pintando hasta que algunos dueños de galerías y coleccionistas comenzaron a notar mi trabajo y a comprar mis pinturas”.

Fue así que este gran artista “nordestino” (como se les conoce a los que provienen del noreste de Brasil) se abrió al mundo con su arte. “Me siento tan afortunado porque desde ese entonces he tenido mucho éxito haciendo lo que amo diariamente”, puntualizó.